Todas las semanas llegan noticias de atropellos a ciclistas en las carreteras, lamentablemente, muchos de ellos son mortales. Es tan preocupante, que si preguntáramos a un grupo de ciclistas y triatletas cuántos de ellos han sido víctimas de un atropello, cuántos conocen a algún compañero que lo haya sufrido o simplemente, si han pasado miedo alguna vez pedaleando por la carretera, a buen seguro que sería difícil encontrar a alguien que no confirmase la gravedad del asunto. Por este motivo, es necesario hacer una llamada de atención, especialmente porque es un problema donde la educación y el respeto mutuo juegan un factor clave que tiene un valor, nunca mejor dicho, vital.
No se trata de culpabilizar a nadie en concreto, de buscar una confrontación entre conductores y ciclistas. De hecho, sería imposible, porque prácticamente todo el que coge una bicicleta en algún momento también se sube a un vehículo a motor. Pero es evidente que cuando un accidente de tráfico se produce porque aparece el consumo de drogas o de alcohol, no se puede concebir una legislación que no penalice este tipo de conductas. Y esa, es la misión que tiene que abordar el legislador.
Pero más importante si cabe es tratar de evitar más accidentes, más atropellos, salvar vidas y acabar con un miedo que acabe poniendo trabas tanto con una práctica deportiva saludable como con un medio de transporte totalmente sostenible y ahí, todos podemos poner de nuestra parte. Es probable que en este sentido influya en buena medida el desconocimiento de la normativa.
El conductor muchas veces no sabe cómo reaccionar ante la presencia de ciclistas en la vía, a los cuales detecta como obstáculos molestos que ralentizan su marcha. En realidad, hay mecanismos para que el tráfico sea fluido y, sobre todo, seguro. El reglamento de circulación permite a los conductores pasarse de la raya continua para adelantar a ciclistas siempre y cuando sea en circunstancias de seguridad y sin tráfico por el otro carril. Así como adelantar con 1,5 metros de distancia mínima lateral de seguridad a las bicicletas. Son solamente dos cuestiones elementales cuya efectividad es portentosa no solo para salvar vidas, sino también facilitar el tránsito a los vehículos a motor.
Por supuesto que las normas también están para ser cumplidas por los ciclistas, que no siempre predican con el ejemplo, pues el respeto y la convivencia son cuestión de todos, pero el sentido común debe prevalecer ya que no hay duda de que siempre, en cualquier caso, la parte más débil, la más vulnerable de la carretera es la que circula pedaleando sobre dos ruedas.
Amancio del Castillo Serrano
Presidente de la Federación de Triatlón de Castilla y León
Socio de AFEDECYL